"Huye, sin vergüenza, corre y no te detengas, porque cuando te alcance pondré fin a tu miseria." Son las palabras de un asesino, cuyo destino se cruza con el de una pequeña chica perdida en la sombra de su pasado. Esta chica huye sin percatarse de que esta siendo seguida; y este hombre de blancas vestimentas la persigue con mucha cautela cuán león hambriento. Entre las manos de la chica se encuentra un estatuilla de plata u otro resplandeciente material metálico, y su perseguidor la desea. La luna de esa noche los ampara a ambos, y la oscuridad es su aliada; solo unos pocos metros separan a la chica de una muerte segura a manos de su perseguidor, pero sin siquiera estar consciente de ello, la chica elude exitosamente cada intento de su perseguidor de reclamar su premio y con ello, aquello que se le ha sido arrebatado de su custodia.
"No es una chica cualquiera, y tiene grandes destrezas" pensaba para sí, mientras intentaba seguirle el paso con esfuerzo pero con cuidado de no alertar de su presencia. Aunque de pronto la chica se detuvo, miró hacia los lados como buscando algo y se volvió para recoger algo del suelo que había al pie del árbol en el cual se ocultaba su perseguidor, aun indetectable; el asesino con el rabillo del ojo se asomó para intentar ver que era lo que estaba recogiendo su presa, alcanzando a ver un libro de oscuro color y rugosa textura, aparentemente antiguo.
Al esta chica hacer contacto con el lomo del libro, lo abrió de inmediato, dejando ver extraños símbolos que el asesino jamás en su vida había visto, símbolos de aspecto rúnico y antiguo. De pronto, la chica empezó a recitar unas palabras en voz baja, y una aura malévola empezó a aparecer en el lugar; dibujó un circulo extraño con más símbolos rúnicos en él, y de ellos se desprendió una luz roja sumado a una negra y opaca niebla que invadieron el lugar. En un intento por ponerle un parado al ritual, el perseguidor rompe su silencio, y abandonando su escondite se abalanza sobre la chica, quien consigue percatarse a tiempo evadiendo el ataque con una acrobacia y desenvainando su espada.
"¡Fulmine!" y la típica técnica de relámpago salio de la punta del sable de Kiru, mientras el perseguidor, aun un poco desconcertado por la evasión, desenvainaba su propio sable para deflectar el ataque. El relámpago fue atraído por el acero de la espada, sin embargo, en el ultimo momento sacó de su bolsillo, tres esferitas de cobre, las cuales arrojo en dirección de Kiru. Como consecuencia, el ataque se ramificó en cuatro relámpagos distintos, concentrándose la mayor cantidad de electrones en las tres esferas, lo que puso en peligro a la chica, pues los relámpagos fueron atraídos de vuelta hacia ella, obligandola a apartarse y romper la conjuración, motivo por el cual el circulo mágico se debilito un poco y el relámpago se disipó.
Acto seguido, Kiru se levantó del suelo empuñando su sable, mientras su oponente le esperaba como todo un caballero. La chica al levantarse se abalanzó sobre su oponente intentado matarle con su espada pues estaba ocupando mucha concentración en la conjuración. Pero sus movimientos eran muy torpes, y el atacante los evadía con facilidad, demostrando que no era ningún novato en el arte de la esgrima.
La chica realizó varios intentos de estocar a su atacante pero el mismo la evadía sin mucho esfuerzo, resultando en una de esas ocasiones herida en la pierna y desarmada. Sin más por hacer, Kiru espera que su atacante le haga la estocada final; pero antes de ello cayó desmayada, y debido a la intensidad del esfuerzo de mantener la conjuración y luchar al mismo tiempo, perdió mucha energía vital, llevando su cabello a su color original.
Ver a la misma chica, pero con sus colores originales, provocó que su asesino le perdonara la vida, y en vez de eso se la llevara fuera del bosque, pero sin olvidar llevarse la estatuilla por la que la había perseguido en primer lugar. Se la llevó a Kioto y allí le dio atención, al tiempo que esperaba a que ella despertara. Ahora la chica ostentaba una cabellera rubia y purpura en la raiz, y al abrir los ojos, unos color amarillo como de gato fue lo que se llegaron a observar.
-¿Q-Quien eres y por qué andas tras de mi? - preguntó Kiru con debilidad.
-Solo necesitarás conocerme como "El Asesino", no ando tras de ti, solo vine a recuperar aquello que tomaste de mi templo, y tu, ¿quien eres? te pareces demasiado a alguien que conozco.
-Mi nombre es Kiruakuma, soy una huérfana de madre que deambula por el mundo buscando respuestas a sus preguntas, y para hallarlas necesito recolectar las 7 crestas de las legiones.
-¿Kiruakuma? ¿De casualidad no eres Asakura Kiruakuma? ¿Y es está estatuilla lo que llamas cresta? - preguntó el hombre.
-No aceptaré que me llames Asakura, yo soy Megurine Kiruakuma. Y si, esa es la reliquia que busco. - respondió Kiru molesta.
-Entonces si eres la hija de ella. Hija de aquella mujer de la que mi padre no dejaba de hablar, hija de quien mi padre llamaba la hermosa "Guardiana Carmesí", Megurine Luka. - expresó el asesino. -
Sin embargo, no puedo entregarte está estatuilla, ha sido tesoro de mi familia por generaciones, y mi deber es protegerlo, tarea que me fue encomendada por mi madre.
Kiru guardo silencio por un largo rato, como si no tuviese nada más por decir, sin embargo, por el contrario en su mente lo que menos había era silencio; las preguntas la invadían, mientras el asesino esperaba pacientemente por alguna reacción por parte de la chica.
-¿Puedo conocer tu apellido, asesino? - preguntó la chica sin esperar respuesta alguna.
-Kozlov, ese es mi apellido. - respondió con timidez.
-Imagino que no servirá de nada preguntar por tu nombre. - asumió Kiru, y el posterior silencio de Kozlov le sirvió para afirmar su suposición.- Me pregunto que hace alguien de ascendencia rusa por aquí en Japón.
Nuevamente Kozlov guardó silencio, como si todavía no se hubiera ganado esa información.
-Te diré algo, permitiré que tengas la estatuilla, solo si te acompaño en tu búsqueda. De ese modo no estaré fallando en mi deber. - dijo Kozlov con condescendencia. - Dime algo, ¿a cuanta gente has matado?... Tienes un terrible olor a sangre.
-Yo no he matado a nadie, solo los he liberado de su miseria. El único a quien deseo asesinar es a mi padre, por dejar a mi madre a su suerte. - respondió fríamente, Kiru.
-Es una manera muy peculiar de verlo. Yo admito que cargo con la muerte de miles de personas, y no me duele para nada sus vidas. - añadió Kozlov.
-Sin embargo, tu no tienes ese hedor a sangre...
-Es porque uso perfume para disfrazar el hedor - respondió Kozlov muy sarcásticamente.
-¿Es una broma? No tengo tiempo para payasos.- dijo Kiru mientras se levantaba para tomar su sable.
De inmediato, el asesino desenvaino un pequeño cuchillo como precaución.
-En cierto modo no bromeo, un viejo amigo rumano, una vez me entregó una emulsión que enmascara el hedor de la sangre. - dijo Kozlov con un tono de seriedad.
-Lo siguiente que me dirás es que tu amigo rumano era vampiro y usaba esa emulsión para que no lo descubrieran. - evidentemente lo que Kiru dijo en son de burla, no le hizo gracia a Kozlov.
La chica tomó su sable y al hacerlo, su cabello y ojos, retomaron los antiguos colores que Kozlov había visto antes de vencerla. Empuñando el sable, la chica amenazó con matarle si interfería con su salida o sacaba algún arma, además haciendo uso de magia, le forzó a guardar aquel cuchillo que había sacado antes.
-Dame la cresta. - ordenó la chica. - sino, te mataré. - El asesino la miró a los ojos, haciendo caso omiso de sus amenazas se levantó y dio un par de pasos hacia ella. La chica vaciló al momento de usar su sable para matar al sujeto que se encontraba ante ella. Por el contrario, el asesino aceleró el paso y abrazó a Kiru.
-¿Cuando cambiaste? ¿Cuando te hable de la emulsión o cuanto tomaste tu espada? - preguntó Kozlov.
-¿Cambiar? ¿De que estás hablando? Sigo siendo la misma.
-Antes te habías referido a matar como "liberar a una persona de su miseria", pero cuando hablaste de matarme, lo dijiste crudo.- dicho esto, tomó a Kiru de la mano y aplicó presión, forzándola a soltar su arma.
Al sacar el sable de sus manos, su cabello y ojos nuevamente cambiaron de color.
-Justo como lo imaginé. ¿Quien te dio este sable? - dijo Kozlov mientras observaba detenidamente el sable, concentrándose en un cristal rojo que se hallaba en la empuñadura.
-¡Eso no es asunto tuyo! - respondió Kiru bruscamente mientras arrebataba el sable de manos del asesino. Nuevamente su cabello y ojos cambiaron de color.
-¿Y así esperas que te diga mi nombre? - recalcó el asesino manipuladoramente.
-¡Apártate! No puedo seguir perdiendo más tiempo contigo. - dijo mientras hacia a un lado al asesino.
Rapidamente, Kozlov se incorporó y comenzó a seguir a la chica con cierta distancia.
-¿Por qué me sigues? - preguntó Kiru irritada.
-Te dije que te permitiría conservar la estatuilla, solo si yo te acompañaba.
-*Suspiro* Bueno... esta bien, no quiero más retrasos, probablemente mi padre y su compañera ya habrán conseguido otra cresta.
Juntos, continuaron caminando con paso firme hasta el aeropuerto de Kioto, donde los esperaba una horda de zombies hambrientos y un grupo de sobrevivientes luchando por sus vidas. Una habilidosa espadachín que se encargaba de los zombies que se acercaban demasiado; un par de ametralladores quienes intentaban mantener a raya a los zombies a mediana distancia, y por ultimo, un tirador en una posición alta que intentaba cubrir a sus camaradas. Al hacer el intento de entrar, un disparo hizo a Kiru retirarse de la puerta. Al voltear, la chica notó que faltaba su perseguidor, por lo que elevó la mirada y vio al asesino entrar por una ventana. "Este tipo sabe lo que hace..." dijo para si misma la chica.
Al volver la mirada hacia la puerta, notó una sombra abalanzándose sobre el tirador y asesinándolo en silencio total. Tan pronto el fuego del tirador cesó, los otros sobrevivientes comenzaron a preguntarse que sucedía. Lo siguiente fue, una lluvia de cuchillos sobre los sobrevivientes, y su posterior muerte lenta a manos de los zombies que consiguieron la oportunidad de comer. Una horda desesperada de zombies lucha por ganarse su lugar en el banquete de carne fresca.
El asesino hizo la señal a la chica de que podía avanzar, y eso hizo Kiru. Terminando con todo zombie que se atravesó en su camino, el asesino y la chica consiguieron abordar una avioneta y despegar para embarcarse así en un viaje hacia Sedlec, República Checa, donde se encuentra la siguiente cresta dentro de un tétrico osario de la ciudad.
Dentro de la avioneta, Kiru dio inicio al ritual para la activación de las crestas que en su poder se hallaban. De esa manera, se llenaron los requerimientos para hacer uso de las legiones.
Al llegar a Sedlec, el asesino desapareció, dejando nuevamente a la chica sola quien se fue a hacer exactamente lo que había venido a hacer, adquirir la cresta de la depravación que se encontraba en el Osario de Sedlec.
Sin embargo, Kozlov, no se había ido, en vez de eso se adelantó a la chica para encontrarse con su padre y su madre, guardianes de dicha cresta, he intentar convencerles de darle sin lucha la cresta a la chica que venia detrás de él. Aunque no contaba con que en medio de la discusión llegara sin aviso la chica de la que hablaba...
-Tu... tu eres la hija de Luka - dijo un hombre de aspecto maduro y robusto, de plateada cabellera y carmesís ojos.
-¿Ehh? ¿y como sabes quien soy? - preguntó la chica confundida.
-Lo se porque yo conozco a tu madre, y te pareces bastante a ella. Ella estuvo hace algun tiempo aqui y me pidio que te diera esto - dijó mientras le entregaba la cresta y una carta.
-Este sable es definitivamente un problema, la gema incrustada en la empuñadura esta diseñada y encantada para desestabilizar los poderes y sentimientos de Kiru, hasta el punto de ponerla bajo control y volverla más agresiva. - anunció Jake.
-Eso pensé, pero queria tu opinión. - añadió el hijo.
-¡Suéltame, Kozlov! - ordenó la chica.
-Ya no es necesario que me llames por mi apellido, me llamo Valentin. - corrigió a la chica.
-Doncella Jeanne, por favor, hazte cargo de eliminar este cristal maligno. - dijo Jake mientras le entregaba la espada a Jeanne.
-Será un placer, amado esposo. - afirmó la doncella.
-En cuanto a ti, pequeña Megurine, lamento tener que hacer esto, pero tendremos que ponerte en cautiverio hasta que la gema sea destruida. Valentin, será tu deber vigilarla y asegurarte de que no se escape. - repartía ordenes a diestra y siniestra, y todos obedecían sin vacilar.
¿Quien era este Jake, y por qué parecía que todos allí tenían que rendirle cuentas? Era una de las preguntas que se sumaba a la lista de Kiru. La carta le había dado algunas respuestas, pero también había generado nuevas preguntas. Por otro lado, estaban simultáneamente Hao y su misteriosa compañera adquiriendo su tercera cresta en Paris, Francia, dentro de la famosa catedral de Notre Dame. Ya en su celda, Kiru se queja por la brutalidad del asalto...
-¿¡Que demonios es todo esto!? Ha sido una trampa tuya traerme hasta acá. - exclamaba la chica iracunda.
-Cálmate, es por tu bien, solo espera con calma a que el proceso de destrucción termine. Después de ello, te dejaré libre.
-¿Y quien rayos crees que eres? ¿Alguna especie de santo, reinvidicador? Yo estaba muy bien, hasta que me topé contigo.
-¿Todavía después todo esto no sabes quien soy? Me llamo Valentin Kozlov, soy hijo de Jake Kozlov, el ex-amante de tu madre antes de conocer a tu padre, Asakura Hao. Tu madre y mi padre se entrenaron juntos, y lucharon codo a codo en numerosas batallas. Eran el uno para el otro hasta que ocurrió todo esto y tomaron caminos muy distintos. - dijo Valentin mientras se sacaba la capucha de encima, revelando a un hombre de rostro y mirada aterradora. Acto seguido se deshizo de sus viejos ropajes para vestirse con una vestimenta rojo intenso.
-¿Q-Qu-Que eres tu...? - dijo la chica temblando por el tremendo miedo que la mirada de este hombre le causaba.
-Tienes mucho por saber aun, ¡¡muahahahahahahaha!! - dijo mientras observaba detenidamente a Kiru a los ojos, seguido de una tétrica risa sumamente macabra, que le hicieron crujir los huesos a la chica.
Al mismo tiempo, estaban Jake y Jeanne, realizando el ritual acorde para destruir una piedra encantada como esa...
-¿No crees que tal vez haya sido un error dejar a Valentin solo, con la hija de Luka? Él no puede controlar todavía su sed de sangre. - dijo Jeanne nerviosa.
-Estará bien, se controló durante todo el viaje desde Japón hasta aqui. Al menos eso espero... - concluyó Jake.
"No es una chica cualquiera, y tiene grandes destrezas" pensaba para sí, mientras intentaba seguirle el paso con esfuerzo pero con cuidado de no alertar de su presencia. Aunque de pronto la chica se detuvo, miró hacia los lados como buscando algo y se volvió para recoger algo del suelo que había al pie del árbol en el cual se ocultaba su perseguidor, aun indetectable; el asesino con el rabillo del ojo se asomó para intentar ver que era lo que estaba recogiendo su presa, alcanzando a ver un libro de oscuro color y rugosa textura, aparentemente antiguo.
Al esta chica hacer contacto con el lomo del libro, lo abrió de inmediato, dejando ver extraños símbolos que el asesino jamás en su vida había visto, símbolos de aspecto rúnico y antiguo. De pronto, la chica empezó a recitar unas palabras en voz baja, y una aura malévola empezó a aparecer en el lugar; dibujó un circulo extraño con más símbolos rúnicos en él, y de ellos se desprendió una luz roja sumado a una negra y opaca niebla que invadieron el lugar. En un intento por ponerle un parado al ritual, el perseguidor rompe su silencio, y abandonando su escondite se abalanza sobre la chica, quien consigue percatarse a tiempo evadiendo el ataque con una acrobacia y desenvainando su espada.
"¡Fulmine!" y la típica técnica de relámpago salio de la punta del sable de Kiru, mientras el perseguidor, aun un poco desconcertado por la evasión, desenvainaba su propio sable para deflectar el ataque. El relámpago fue atraído por el acero de la espada, sin embargo, en el ultimo momento sacó de su bolsillo, tres esferitas de cobre, las cuales arrojo en dirección de Kiru. Como consecuencia, el ataque se ramificó en cuatro relámpagos distintos, concentrándose la mayor cantidad de electrones en las tres esferas, lo que puso en peligro a la chica, pues los relámpagos fueron atraídos de vuelta hacia ella, obligandola a apartarse y romper la conjuración, motivo por el cual el circulo mágico se debilito un poco y el relámpago se disipó.
Acto seguido, Kiru se levantó del suelo empuñando su sable, mientras su oponente le esperaba como todo un caballero. La chica al levantarse se abalanzó sobre su oponente intentado matarle con su espada pues estaba ocupando mucha concentración en la conjuración. Pero sus movimientos eran muy torpes, y el atacante los evadía con facilidad, demostrando que no era ningún novato en el arte de la esgrima.
La chica realizó varios intentos de estocar a su atacante pero el mismo la evadía sin mucho esfuerzo, resultando en una de esas ocasiones herida en la pierna y desarmada. Sin más por hacer, Kiru espera que su atacante le haga la estocada final; pero antes de ello cayó desmayada, y debido a la intensidad del esfuerzo de mantener la conjuración y luchar al mismo tiempo, perdió mucha energía vital, llevando su cabello a su color original.
Ver a la misma chica, pero con sus colores originales, provocó que su asesino le perdonara la vida, y en vez de eso se la llevara fuera del bosque, pero sin olvidar llevarse la estatuilla por la que la había perseguido en primer lugar. Se la llevó a Kioto y allí le dio atención, al tiempo que esperaba a que ella despertara. Ahora la chica ostentaba una cabellera rubia y purpura en la raiz, y al abrir los ojos, unos color amarillo como de gato fue lo que se llegaron a observar.
-¿Q-Quien eres y por qué andas tras de mi? - preguntó Kiru con debilidad.
-Solo necesitarás conocerme como "El Asesino", no ando tras de ti, solo vine a recuperar aquello que tomaste de mi templo, y tu, ¿quien eres? te pareces demasiado a alguien que conozco.
-Mi nombre es Kiruakuma, soy una huérfana de madre que deambula por el mundo buscando respuestas a sus preguntas, y para hallarlas necesito recolectar las 7 crestas de las legiones.
-¿Kiruakuma? ¿De casualidad no eres Asakura Kiruakuma? ¿Y es está estatuilla lo que llamas cresta? - preguntó el hombre.
-No aceptaré que me llames Asakura, yo soy Megurine Kiruakuma. Y si, esa es la reliquia que busco. - respondió Kiru molesta.
-Entonces si eres la hija de ella. Hija de aquella mujer de la que mi padre no dejaba de hablar, hija de quien mi padre llamaba la hermosa "Guardiana Carmesí", Megurine Luka. - expresó el asesino. -
Sin embargo, no puedo entregarte está estatuilla, ha sido tesoro de mi familia por generaciones, y mi deber es protegerlo, tarea que me fue encomendada por mi madre.
Kiru guardo silencio por un largo rato, como si no tuviese nada más por decir, sin embargo, por el contrario en su mente lo que menos había era silencio; las preguntas la invadían, mientras el asesino esperaba pacientemente por alguna reacción por parte de la chica.
-¿Puedo conocer tu apellido, asesino? - preguntó la chica sin esperar respuesta alguna.
-Kozlov, ese es mi apellido. - respondió con timidez.
-Imagino que no servirá de nada preguntar por tu nombre. - asumió Kiru, y el posterior silencio de Kozlov le sirvió para afirmar su suposición.- Me pregunto que hace alguien de ascendencia rusa por aquí en Japón.
Nuevamente Kozlov guardó silencio, como si todavía no se hubiera ganado esa información.
-Te diré algo, permitiré que tengas la estatuilla, solo si te acompaño en tu búsqueda. De ese modo no estaré fallando en mi deber. - dijo Kozlov con condescendencia. - Dime algo, ¿a cuanta gente has matado?... Tienes un terrible olor a sangre.
-Yo no he matado a nadie, solo los he liberado de su miseria. El único a quien deseo asesinar es a mi padre, por dejar a mi madre a su suerte. - respondió fríamente, Kiru.
-Es una manera muy peculiar de verlo. Yo admito que cargo con la muerte de miles de personas, y no me duele para nada sus vidas. - añadió Kozlov.
-Sin embargo, tu no tienes ese hedor a sangre...
-Es porque uso perfume para disfrazar el hedor - respondió Kozlov muy sarcásticamente.
-¿Es una broma? No tengo tiempo para payasos.- dijo Kiru mientras se levantaba para tomar su sable.
De inmediato, el asesino desenvaino un pequeño cuchillo como precaución.
-En cierto modo no bromeo, un viejo amigo rumano, una vez me entregó una emulsión que enmascara el hedor de la sangre. - dijo Kozlov con un tono de seriedad.
-Lo siguiente que me dirás es que tu amigo rumano era vampiro y usaba esa emulsión para que no lo descubrieran. - evidentemente lo que Kiru dijo en son de burla, no le hizo gracia a Kozlov.
La chica tomó su sable y al hacerlo, su cabello y ojos, retomaron los antiguos colores que Kozlov había visto antes de vencerla. Empuñando el sable, la chica amenazó con matarle si interfería con su salida o sacaba algún arma, además haciendo uso de magia, le forzó a guardar aquel cuchillo que había sacado antes.
-Dame la cresta. - ordenó la chica. - sino, te mataré. - El asesino la miró a los ojos, haciendo caso omiso de sus amenazas se levantó y dio un par de pasos hacia ella. La chica vaciló al momento de usar su sable para matar al sujeto que se encontraba ante ella. Por el contrario, el asesino aceleró el paso y abrazó a Kiru.
-¿Cuando cambiaste? ¿Cuando te hable de la emulsión o cuanto tomaste tu espada? - preguntó Kozlov.
-¿Cambiar? ¿De que estás hablando? Sigo siendo la misma.
-Antes te habías referido a matar como "liberar a una persona de su miseria", pero cuando hablaste de matarme, lo dijiste crudo.- dicho esto, tomó a Kiru de la mano y aplicó presión, forzándola a soltar su arma.
Al sacar el sable de sus manos, su cabello y ojos nuevamente cambiaron de color.
-Justo como lo imaginé. ¿Quien te dio este sable? - dijo Kozlov mientras observaba detenidamente el sable, concentrándose en un cristal rojo que se hallaba en la empuñadura.
-¡Eso no es asunto tuyo! - respondió Kiru bruscamente mientras arrebataba el sable de manos del asesino. Nuevamente su cabello y ojos cambiaron de color.
-¿Y así esperas que te diga mi nombre? - recalcó el asesino manipuladoramente.
-¡Apártate! No puedo seguir perdiendo más tiempo contigo. - dijo mientras hacia a un lado al asesino.
Rapidamente, Kozlov se incorporó y comenzó a seguir a la chica con cierta distancia.
-¿Por qué me sigues? - preguntó Kiru irritada.
-Te dije que te permitiría conservar la estatuilla, solo si yo te acompañaba.
-*Suspiro* Bueno... esta bien, no quiero más retrasos, probablemente mi padre y su compañera ya habrán conseguido otra cresta.
Juntos, continuaron caminando con paso firme hasta el aeropuerto de Kioto, donde los esperaba una horda de zombies hambrientos y un grupo de sobrevivientes luchando por sus vidas. Una habilidosa espadachín que se encargaba de los zombies que se acercaban demasiado; un par de ametralladores quienes intentaban mantener a raya a los zombies a mediana distancia, y por ultimo, un tirador en una posición alta que intentaba cubrir a sus camaradas. Al hacer el intento de entrar, un disparo hizo a Kiru retirarse de la puerta. Al voltear, la chica notó que faltaba su perseguidor, por lo que elevó la mirada y vio al asesino entrar por una ventana. "Este tipo sabe lo que hace..." dijo para si misma la chica.
Al volver la mirada hacia la puerta, notó una sombra abalanzándose sobre el tirador y asesinándolo en silencio total. Tan pronto el fuego del tirador cesó, los otros sobrevivientes comenzaron a preguntarse que sucedía. Lo siguiente fue, una lluvia de cuchillos sobre los sobrevivientes, y su posterior muerte lenta a manos de los zombies que consiguieron la oportunidad de comer. Una horda desesperada de zombies lucha por ganarse su lugar en el banquete de carne fresca.
El asesino hizo la señal a la chica de que podía avanzar, y eso hizo Kiru. Terminando con todo zombie que se atravesó en su camino, el asesino y la chica consiguieron abordar una avioneta y despegar para embarcarse así en un viaje hacia Sedlec, República Checa, donde se encuentra la siguiente cresta dentro de un tétrico osario de la ciudad.
Dentro de la avioneta, Kiru dio inicio al ritual para la activación de las crestas que en su poder se hallaban. De esa manera, se llenaron los requerimientos para hacer uso de las legiones.
Al llegar a Sedlec, el asesino desapareció, dejando nuevamente a la chica sola quien se fue a hacer exactamente lo que había venido a hacer, adquirir la cresta de la depravación que se encontraba en el Osario de Sedlec.
Sin embargo, Kozlov, no se había ido, en vez de eso se adelantó a la chica para encontrarse con su padre y su madre, guardianes de dicha cresta, he intentar convencerles de darle sin lucha la cresta a la chica que venia detrás de él. Aunque no contaba con que en medio de la discusión llegara sin aviso la chica de la que hablaba...
-Tu... tu eres la hija de Luka - dijo un hombre de aspecto maduro y robusto, de plateada cabellera y carmesís ojos.
-¿Ehh? ¿y como sabes quien soy? - preguntó la chica confundida.
-Lo se porque yo conozco a tu madre, y te pareces bastante a ella. Ella estuvo hace algun tiempo aqui y me pidio que te diera esto - dijó mientras le entregaba la cresta y una carta.
"Hija mía, te escribo esta carta porque se que si me vieras serias incapaz de escucharme. He hablando con Jake Kozlov para que te entregue la cresta sin resistencia; confío en que cuando nos volvamos a ver, seas tu quien se abstenga de luchar, y no yo, quien tenga que contenerse para no hacerte daño, pues tu eres mi hija, y yo seria incapaz de herirte, menos con una espada. No se con que mentiras te ha llenado la cabeza Iblís, pero te ruego que si quieres encontrar la verdad, no la busques en ella. Pues fue ella quien me traicionó en primer lugar y contribuyó a que se desatara esta catástrofe. Se que estás buscando las crestas, y es por eso que yo también lo estoy haciendo, pues quiero que tengas que elegir, y evitar que este gran poder se te escape de las manos y caiga en las de Asmodeo. Otra cosa hija mía, tu padre no me abandonó a mi suerte; la ultima vez que me viste cuando eras solo una niña, me fui del refugio a buscar comida para nosotros, pero nunca volví porque me encontré con Asmodeo y la batalla tuvo un desenlace casi fatal para mi. Quiero que sepas, que sigo con vida, y te estoy buscando. No desperdicies tus dones con esos demonios. Te amo mi pequeña Kiru." Megurine Luka.Ante semejante carta, la chica no pudo evitar derramar algunas lagrimas. Mientras la chica leía la carta, Jake comenzó a analizar el sable de la chica como su hijo le había pedido, y al finalizar, la chica se secó las lagrimas, al tiempo que elevaba la mirada hacia Jake. Este ultimo, en un rápido movimiento, desenvaino el sable de la chica mientras el hijo la retenía.
-Este sable es definitivamente un problema, la gema incrustada en la empuñadura esta diseñada y encantada para desestabilizar los poderes y sentimientos de Kiru, hasta el punto de ponerla bajo control y volverla más agresiva. - anunció Jake.
-Eso pensé, pero queria tu opinión. - añadió el hijo.
-¡Suéltame, Kozlov! - ordenó la chica.
-Ya no es necesario que me llames por mi apellido, me llamo Valentin. - corrigió a la chica.
-Doncella Jeanne, por favor, hazte cargo de eliminar este cristal maligno. - dijo Jake mientras le entregaba la espada a Jeanne.
-Será un placer, amado esposo. - afirmó la doncella.
-En cuanto a ti, pequeña Megurine, lamento tener que hacer esto, pero tendremos que ponerte en cautiverio hasta que la gema sea destruida. Valentin, será tu deber vigilarla y asegurarte de que no se escape. - repartía ordenes a diestra y siniestra, y todos obedecían sin vacilar.
¿Quien era este Jake, y por qué parecía que todos allí tenían que rendirle cuentas? Era una de las preguntas que se sumaba a la lista de Kiru. La carta le había dado algunas respuestas, pero también había generado nuevas preguntas. Por otro lado, estaban simultáneamente Hao y su misteriosa compañera adquiriendo su tercera cresta en Paris, Francia, dentro de la famosa catedral de Notre Dame. Ya en su celda, Kiru se queja por la brutalidad del asalto...
-¿¡Que demonios es todo esto!? Ha sido una trampa tuya traerme hasta acá. - exclamaba la chica iracunda.
-Cálmate, es por tu bien, solo espera con calma a que el proceso de destrucción termine. Después de ello, te dejaré libre.
-¿Y quien rayos crees que eres? ¿Alguna especie de santo, reinvidicador? Yo estaba muy bien, hasta que me topé contigo.
-¿Todavía después todo esto no sabes quien soy? Me llamo Valentin Kozlov, soy hijo de Jake Kozlov, el ex-amante de tu madre antes de conocer a tu padre, Asakura Hao. Tu madre y mi padre se entrenaron juntos, y lucharon codo a codo en numerosas batallas. Eran el uno para el otro hasta que ocurrió todo esto y tomaron caminos muy distintos. - dijo Valentin mientras se sacaba la capucha de encima, revelando a un hombre de rostro y mirada aterradora. Acto seguido se deshizo de sus viejos ropajes para vestirse con una vestimenta rojo intenso.
-¿Q-Qu-Que eres tu...? - dijo la chica temblando por el tremendo miedo que la mirada de este hombre le causaba.
-Tienes mucho por saber aun, ¡¡muahahahahahahaha!! - dijo mientras observaba detenidamente a Kiru a los ojos, seguido de una tétrica risa sumamente macabra, que le hicieron crujir los huesos a la chica.
Al mismo tiempo, estaban Jake y Jeanne, realizando el ritual acorde para destruir una piedra encantada como esa...
-¿No crees que tal vez haya sido un error dejar a Valentin solo, con la hija de Luka? Él no puede controlar todavía su sed de sangre. - dijo Jeanne nerviosa.
-Estará bien, se controló durante todo el viaje desde Japón hasta aqui. Al menos eso espero... - concluyó Jake.